miércoles, 12 de febrero de 2014

La listas del Erasmus.

Ayer me levanté temprano para ir a la Universidad. En estos años he aprendido que no puedes llegar con el tiempo justo, y menos si es para ver las listas de clase o las notas de Selectividad. Entré en el ascensor y le di unas diez veces al botón de la tercera planta, y el ascensor ni se movió. Hasta que se me ocurrió la brillante idea de levantar la vista, y me encontré con un cartelito en el que ponía "ascensor estropeado, usar escaleras". Subí corriendo lo más deprisa que pude, pasé por el primer pasillo y giré a la izquierda, y me encontré a una docena de personas delante del corcho. Genial. Me había levantado tres cuartos de hora antes para nada, y todo esto por querer subir en ascensor.

Esperé un poco a que la gente se fuera apartando, y me lancé como una loca a buscar donde me había tocado ir. Lago, Lago, Lago... ¡aquí está! Ah, no, ahí pone Lugo -busqué mi apellido en la lista de Tenesse, después en la de California, en la de Londes y hasta en la de Irlanda, y mira que no la había apuntado siquiera como opción. Terminé de leer todas las listas. ¡Es imposible que no me hayan incluido! -pensé. De repente ví una lista, debajo de las listas y los horarios. Y en esa lista me encontré. En la parte de arriba ponía Transilvania. No me lo podía creer.

Fui corriendo al despacho de mi antiguo profesor, que era el encargado de organizar las becas Erasmus, para que me diese una explicación de por qué me había tocado ir a Transilvania. Antes de que al pobre hombre le diese tiempo a responder, pasó el decano de la Universidad, que me reprochó que las becas estaban hechas para estudiar y para aprender nuevas culturas, no para irse de fiesta, y que aunque hubiese sido la quinta opción que puse tenía mucha suerte, y que me podían retirar la beca... Me disculpé y me fui andando a paso ligero a casa. Tenía que salir de allí. Iba a pasar mucho tiempo fuera, y encima en una ciudad lejana (porque Rumania está bastante lejos) que no conocía para nada. Poco a poco he ido asimilando que el viaje no va a ser lo que yo esperaba, pero no voy a perder la esperanza, por lo menos no todavía. Esperemos que todo salga bien.

Esta tarde he estado hablando con Helena. Está super contenta porque le ha tocado ir a Londres. Se ha pasado todo el día buscando fotos de la residencia en la que va a vivir, buscando la previsión del tiempo, y creo que hasta tiene una lista con los mejores restaurantes y tiendas cercanas al piso. Se ha reído cuando le he dicho que yo voy a visitar a mis amigos los vampiros de Transilvania, y hemos acabado las dos riéndonos y rodando por el suelo. Lo mejor es una buena amiga y lo demás son tonterías.

1 comentario:

  1. No te agobies, al final no se pasa tan mal, te lo digo por experiencia. La primera vez que viajé sola fue a Francia. Estaba súper agobiada, pues me quedaba con una familia de acogida con la que sólo había hablado dos veces por correo. Cuando llegué allí estaba muy asustada y me quería volver a casa, pero con el paso de los días me acostumbré. En la familia en la que estaba vivía una chica, Anne, y ahora somos grandes amigas. Voy todos los veranos a Cannes, donde ella vive. La verdad es que hice bien en viajar, así que espero que tu sigas adelante. Mucha suerte.

    ResponderEliminar